Sobre la categoría genero.
Una introducción teórico - metodológica.
Puede decirse que el
movimiento feminista en última instancia y más allá de sus diversas orientaciones
políticas y teóricas, es la extensión de ese código ético elemental que es la Declaración
de los Derechos Humanos, a una categoría social que hasta ahora, a pesar de todo,
no goza de los mismos en muy diferentes aspectos de la vida. En el movimiento feminista,
por lo tanto, hay un componente ético y moral que no puede soslayarse ni
confundirse con moralismo y
moralinas necesarias de desterrar.
Debates en Sociología .
En la euforia del nacimiento de los grupos
y las movilizaciones, la primera actitud fue parricida. "Debemos olvidar lo aprendido" -se decía- "sólo rescatar algunos autores y autoras
que como Federico Engels y Simone de Beauvoir fueron objetivos y se colocaron de
parte de las mujeres". La propuesta
primera llamaba a construir una teoría revolucionaria capaz de quebrar
el orden existente desde nuestras experiencias
cotidianas.
El reto era inmenso y
soberbio. Nada menos que hacer tabla rasa de todo lo anterior: rechazar todas
las herencias culturales, las formas de pensar, los instrumentos para observar,
las ideas y los valores en los que nos formamos.
Los varones de la actualidad
tendrían pocas diferencias con los padres que disponían de la vida y de la
muerte de hijos, esclavos y rebaños. Es
ése el ordenamiento social a destruir para liberar a las mujeres, que sería a
la población femenina lo que el capitalismo a la clase obrera.
Para una reseña del debate
véase Lamas (1986).Debates en Sociología pero
en cabeza de mujer, se propuso generar
conocimientos sobre las condiciones de vida de las mujeres; rescatar del
pasado y del presente los aportes de las mujeres a la sociedad y la cultura;
hacerlas visibles en la historia, en la creación y en la vida cotidiana.
En principio, una postura más
empirista, que partía de reconocer las
carencias de información y reflexión existentes. Nacen desde entonces en los
centros académicos y en organizaciones no gubernamentales los proyectos,
programas, institutos y centros de "estudios
sobre la mujer" o "sobre
las mujeres":
Convendría distinguir desde
esos momentos, dos posturas diferentes que han acompañado a la investigación
sobre las mujeres: una que centra el objeto de estudio en las mujeres, es
decir, en generar, acumular y revisar
información e hipótesis sobre las condiciones de vida y de trabajo, la creación
y la cultura producida por las mujeres.
El género es el sexo socialmente construido.
Rubin (1986)
lo define como:
El conjunto de disposiciones
por el que una sociedad transforma la
sexualidad biológica en productos de la actividad humana y en el que se
satisfacen esas necesidades humanas transformadas.
En otras palabras: los
sistemas de género/sexo son los conjuntos de prácticas, símbolos,
representaciones, normas y valores sociales que las sociedades elaboran a
partir de la diferencia sexual anátomo-fisiológica y que dan sentido a la satisfacción de los impulsos
sexuales, a la reproducción de las
especie humana y en general al
relacionamiento entre las
personas. En términos durkheimianos, son las tramas de relaciones sociales que
determinan las relaciones de los seres humanos en tanto personas sexuadas.
Los sistemas de sexo/género varones,
entre lo femenino y lo masculino: dominación masculina (patriarcal, pero otras posibles
no necesariamente patriarcales), dominación femenina o relaciones igualitarias.
Convendría distinguir las
diversas maneras en que se emplea la categoría género y el concepto de género,
puesto que la literatura existente a comienzos de los años noventa nos muestra
usos no unívocos de la palabra.
Muchas/os autoras/es
sustituyen sin más la palabra sexo por género, en un proceso muy entendible una
vez que este último concepto se extiende y se pone de moda.
Algo similar ocurre cuando la
palabra género sustituye a mujeres. Joan Scott (1990)
señala que es frecuente en publicaciones e investigaciones históricas hablar de
"género e historia", cuando
en realidad son estudios de historia de mujeres. Esta observación puede
extenderse a otras disciplinas sociales y humanas, y que deriva en lo que en
forma un tanto despectiva se denomina "mujerismo"
académico.
En la literatura sobre la
condición de las mujeres que conozco, yo distingo tres perspectivas u
orientaciones teóricas distintas.
Una primera es la denominada "las relaciones sociales de
sexo", que privilegia la división social del trabajo como núcleo motor
de la desigualdad.
Entre quienes estudian la
diferenciación desde el género, están -por una parte- las autoras y autores que
lo conciben como un sistema jerarquizado de status o prestigio social.
La autora más conocida es Nancy Chodorow
(1978) a
partir de su estudio de la maternidad. Otra perspectiva considera los sistemas
de género como sistemas de poder, resultado de un conflicto
social.
Aclaremos: no es que el cuerpo
femenino como entidad biológica tenga poder; son las sociedades las que le
otorgan poder.
¿Quién o
quiénes controla/n la capacidad reproductiva de las mujeres? ¿Cómo ejercer el
control sin eliminarlas o destruirlas?
Pero para asegurarse un
control efectivo sobre la reproducción,
es necesario actuar también sobre la sexualidad, puesto que lo que
analíticamente puede separarse, tiene dificultades en el plano de la práctica.
En otras palabras, controlar la reproducción de manera que el o los varones
puedan reclamar derechos sobre el producto específico de las mujeres, requiere
de reglamentar el acceso al cuerpo femenino:
¿quién o
quiénes tienen las preferencias en el acceso sexual?
¿quién o quiénes pueden tener con ella o ¿Cómo
es que si bien tanto el cuerpo de la mujer como el del varón tienen la
capacidad de producir placer en el otro/a sólo el cuerpo femenino se constituye
como el objeto erótico en nuestras sociedades?
¿Cómo es que
la capacidad de trabajo de las mujeres es dirigida por las sociedades a la realización
de un trabajo socialmente imprescindible pero
desvalorizado?
Estas cuestiones nos llevan a
recordar, una vez más, que en la especie humana, el relacionamiento sexual no
es sólo un intercambio químico que asegura la reproducción de la especie. Mucho
más allá, la sexualidad es el conjunto de las maneras muy diversas en que las
personas se relacionan como seres
sexuados con otros seres también sexuados, en intercambios que como todo lo humano, son acciones y prácticas
cargadas de sentido.
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